.

28.11.06

Hospitales

Odio los hospitales.

No es un odio visceral. Es un odio raro.

De hecho hasta hace relativamente poco no sabía que odiaba los hospitales, pero supongo que la racha que llevo lo ha hecho despertar.

Y me he puesto a pensar de dónde surge esa aversión... no puede ser de las dos últimas veces que he estado en urgencias por culpa de mis riñones. No. No lo pasé bien pero tampoco fue exagerado, unas horitas y fuera.

No puede ser por el problema de vista... el cabronazo de oftalmólogo que sustituyó al mio habitual se comportó como un verdadero cabrón, pero no lo veo como detonante.

Así que he decidido volver a la infancia. Y tengo dos posibilidades. La primera fue cuando me electrocuté siendo una enana por querer hacer de cantante.. eso me pasa por mandona!!! Si no hubiera tenido el genio que tengo, mi prima (que era un año mayor que yo) habría sido la primera en cantar y se habría pegado el calambrazo, pero nada, la pequeñaja se salió con la suya... aunque bien pensado no creo que esto me afectara, era demasiado peque y no tengo conciencia más que del caos que provoqué... Así que sólo queda la segunda posibilidad. La única operación que he sufrido.

Y no fue una gran operación, simplemente me quitaron las admígdalas. Pero esto sí lo recuerdo. Eramos unos cuantos niños, los médicos preguntaron quién iba a entrar primero y mi madre me ofreció voluntaria. Recuerdo dejar a mi madre mientras me llevaban en camilla; recuerdo estar rodeada de gente y como me ponían una mascarilla; recuerdo como hablaban y de repente todo paró; recuerdo despertarme con las sábanas manchadas de sangre... ufffff Si lo racionalizas mi madre hizo lo que debía; me lo ha explicado muchas veces: si yo hubiera visto salir a los niños dormidos, con mala cara... seguramente me habría asustado. De esa manera no vi nada y al despertarme mis padres estaban conmigo. Pero la sangre al despertar creo que me marcó.

Mi padre me compró una muñeca que me gustaba muchísimo (aún lo recuerdo, una Alina). Mi madre se quedaba a dormir a mi lado en aquella silla torturadora.

Como ahora...

Mi padre va arriba y abajo llevando y trayendo gente del hospitala casa y de casa al hospital; haciendo todos los trámites; encargándose de todo. Apenas con tiempo para su propio tratamiento y rehabilitación del dichoso codo.

Mi madre se pasa la noche en el hospital; sin dormir; vigilando a mi abuelo. Lleva cuatro o cinco días durmiendo como mucho cinco horas.

Los demás vamos haciendo... mi abuela se pasa el día en el hospital que toque según el momento concreto. Dando por saco. Cogiéndole la mano a mi abuelo. Dandole la tabarra a quien puede.

Ayer me tocó a mi pasar el día entero en Bellvitge. El problema es que sólo podía haber un acompañante por enfermo así que me pasé unas once horas entrando y saliendo. Un mujer se murió delante mío. A sus hijas les dio un ataque de histeria. Yo a última hora llamé hijo de puta a un segurata y a otro le solté si tenía que morirme para que me dejara entrar.

Los nervios.

El cansancio...

Pero mi abuelo está mejor. No tiene una embolia pulmonar que era lo que temían. "Simplemente" tiene agua en el pulmón. La irá sacando...

Ahora sólo espero que las siguientes en caer no sean mi abuela y mi madre... de puro desgaste...

Y yo sigo odiando los hospitales. No puedo con ellos...

8 comentaris:

Weiser ha dit...

Tranquila,ya somos 2 los que los odiamos.
Animo!

Javier Úbeda Fernández ha dit...

El aire de los hospitales parece cargado de plomo. Te agotan, te doblan, te pueden...

Supongo que en fondo sospechamos que es muy probable que ese sea el último lugar de este mundo que lleguemos a ver. ¿Cómo no deprimirse si lo piensas?

En fin, al menos tu abuelo está mejor...

¡Saludos!

Absurdo Rutinario ha dit...

Tienes motivos para odiarlos la verdad. Me alegra saber que tu abuelo está mejor (hacía tiempo que no decias nada. Supuse que ya habría salido. Mal supuesto.)

A mi me gustan los hospitales, a pesar de todas las veces que los he visitado. Pero me siento bien entre tanto blanco. Y no se por qué. Tal vez debería hacer como tu. una regresión infantil.

Cuidado con los oftalmólogos. No los cabrees que tienen tu vista en sus manos.

Un abrazo.

Anònim ha dit...

Animo. Y si te sirve de consuelo, que no creo, yo también los odio, sobre todo las urgencias.

Sonia ha dit...

estamos con vosotros en presencia, espero que todo se mejore y se tranquilice

Anònim ha dit...

Yo tampoco tengo buenos recuerdos de los hospitales, y supongo que nadie, a excepción claro está de la planta de obstetrícia...
Petons.

Anònim ha dit...

Me alegro mucho por lo de tu abuelo.
Yo creo que odiamos los hospitales porque su olor es el olor de la muerte, nos recuerda nuestra condición temporal, finita.

Sònia... no tan fiera... ha dit...

Dejé de hablar de mi abuelo porque es como una montaña rusa... ahora mismo no sé si estamos en la primera curva, en el descenso, en la subida...
Gracias por los ánimos, de verdad... aunque a veces no se lo crea la gente esto anima... y mucho!