Sol solet vine'm a veure...

El estado de ánimo suele reflejarse por todos los costados.. no hay ni una pequeña parte que quede libre de ello, por más que lo intente, así que tarde o temprano acaba saliendo a la luz de una manera u otra.

Desde hace unas semanas estoy choff y no ver el sol no ayuda mucho, la verdad... debe ser que llevo la mediterraneidad en el ADN o que nací en agosto, pero si el sol llega a tardar una hora más en salir me habría puesto a gritar... malacostumbrada que está una...

Ocho años, ocho años he vivido en Villablino y nunca me había sentido tan agobiada como me he sentido este año... si hasta estaba deseando que llegara la primavera, con lo poco que me gusta!!!

En fin, la llegada del sol se produjo el sábado, lo que ayudó a que se sobrellevara más fácilmente las bajas temperaturas con las que comenzamos el día... pero lo mejor de todo es que el sábado habíamos quedado para irnos de búsqueda e inspiración tribalera por Barcelona.

Y nada mejor para inspirarse que aprovechar el buen tiempo para comer sentadas en plena Rambla del Raval, desechando la idea de ir a un marroquí o un pakistaní, bajo el cielo despejado... Comida italiana compartida con Bea y Gemma y regada por un lambrusco que entraba fácilmente... complementada con una de esas situaciones raras que me suceden habitualmente y que esta vez compartimos entre las tres. Si Barcelona es un buen ejemplo de multiculturalidad, la Bella Italia es un fiel reflejo: no nos cobraron los tres postres y en un alarde de honradez se lo explicamos al camarero pakistaní, que se lo explicó al encargado italiano, que se lo explicó.. bien, no sé a quién se lo explicaría... porque el caso es que no había manera que nos trajeran la cuenta... de repente vemos que se acerca a nosotras con una bandeja cargada con los tres postres y allí sin saber ya como reaccionar después del cuarto de hora de espera, nos echamos a reir disimuladamente y conseguimos hacernos entender...

Aprovechando que los sábados la Rambla del Raval está llena de haimas, nos desplazamos unos cuantos metros para digerir mejor la comida con un te a la menta marroquí. Cincuenta metros debían separar un sitio del otro y pasamos del sol intenso a la sombra fría y ventosa.. todo esto sin haber comprado aún nada ni habernos inspirado para nuestro futuro vestuario...

Con la llegada de Júlia llegó también la llamada de Tere: el ayuntamiento de Ciutadilla, contento con nuestra actuación del año pasado, volverá a contar con nosotras el sábado dos de mayo. Actuaremos a las nueve de la noche en el patio del castillo y saldremos de las mazmorras o bajaremos de las escalinatas para impresionar más... lo que requiere ponernos las pilas y encontrar el nuevo vestuario!

Pero no, el sábado no era el día ideal.. callejeamos por el Raval y por el Gótico, pero todo lo que nos llenaba los sentidos no tenía nada que ver con la danza. Cosa que en el fondo agradezco, porque hace mucho tiempo que no logro desconectar... Lo mejor de todo fue descubrir, gracias a Júlia, los jardines del hotel Petit Palace Opera Gardens... un auténtico oasis en medio del caos, un auténtico remanso de paz que queda pendiente de disfutar en un futuro cercano.

Acabamos con otro té a la menta y un poco más de conversación... qué más se puede pedir?? Que llegue por fin la primavera y cambie la luz y el color de la ciudad...