No sé por qué estos dos últimos días me decanto por dejar caer mi toalla en Castelldefels, no hay nadie en esa zona y puedo estar en primera linea... coloco bien la toalla, planto mi bolso en una esquina, me descalzo, me quito el vestido y me acerco al agua. Milagrosamente sigue transparente. Transparente, fresca (que no helada), con oleaje prácticamente inexistente.. llama a meterse en ella y dejarse llevar.
La falta de oleaje engaña; la corriente te lleva y te trae como quiere pero a mi alrededor no hay prácticamente nadie, por lo que me dejo llevar. Pasados unos tres cuartos de hora y ante el riesgo de convertirme en medusa salgo del agua, me quito la parte de arriba del bikini y dejo que el sol me seque. Enciendo el mp3 y lo pongo a un volumen discreto que me permita ir escuchando como las olas rompen en la orilla, de la que estoy tan cerca...

La madre del bebé le deja con su marido e intenta meterse en el agua... mientras intento vigilar mi bolso por encima de ella, del bebé y del padre del bebé, veo como han plantado otro parasol al otro lado de mi toalla... mmmmm, la cosa se está poniendo difícil para llegar a mi lugar... Pasan otros cuarenta y cinco minutos (más o menos) en los que la orilla se llena de gente paseando, corriendo, jugando... y decido salir para intentar que el sol me seque antes de irme. Llego como puedo a mi toalla, tras superar la barrera de cáscaras de pechinas y parasoles varios, me seco un poco, me saco otra vez la parte de arriba del bikini y vuelta a tumbarme... ya ni me molesto en ponerme el mp3. A unos tres metros hay dos parejas de "abuelos" con su nieto jugando a la petanca y cuando más entretenido está el juego me plantan un parasol justo en medio. Apa, se acabó el juego. La parte de abajo del bikini se ha secado, así que me pongo de nuevo el vestido, guardo el sujetador en la bolsa, me coloco las chanclas, las gafas de sol y me dirijo a la pasarela. Al llegar a ella doy un ligero vistazo a la playa mientras sacudo la toalla: ya no existe primera linea de mar y la segunda está a punto de completarse. Son las once y veinte de la mañana.
La playa a las nueve de la mañana se acerca bastante a la idea de un pequeño paraíso... a partir de las diez y media se convierte en todo un entretenimiento. Te quedas sin tu espacio físico mínimo y necesario, pero sería mucho peor no tener la posibilidad de perderlo...