Crónica desde el Cairo

Kim Amor www.elperiodico.es

Fathy y Ahmed son dos tipos con buen olfato. Regentan una tienda de perfumes en la avenida Faysal, no lejos de las pirámides de Giza, en El Cairo. Llevan metidos en este negocio varios años. En su comercio, Palacio del Perfume de las Noches de Arabia, nombre sin duda sugerente, disponen de cerca de un centenar de aromas, para el deleite de los turistas. Las esencias reposan en recipientes de cristal con su nombre escrito en árabe. La lista es larga. Hay fragancias para todos los gustos.

Los dos maestros perfumeros ofrecen desde esencias extraídas de una sola flor, como el jazmín, la gardenia o el narciso, hasta las formadas por pétalos de más de 10 flores diferentes. A primera vista, llama la atención los perfumes que llevan el nombre de reinas de Egipto, como Cleopatra o Nefertiti, o del faraón Tutankamón. Las marcas no responden únicamente a una estrategia de márketing. Es una manera de recordar a los extranjeros que el perfume nació en Egipto hace miles de años.

"Aquí todo es natural, pura esencia extraída tras exprimir los pétalos de cada flor", explica Fathy mientras coloca en la mesa varios frascos. "Lo primero que pregunto a los clientes es el perfume o colonia que utilizan habitualmente. Así sé que productos se adaptan más a sus gustos", añade. Ya sentados frente a frente va abriendo de forma ceremoniosa cada recipiente. No hay prisa. Al sabio experto le gusta explicar con sumo detalle los atributos de cada una de las esencias.

Primero esparce un gota de flor de loto sobre la mano derecha del visitante. "Es la flor reina de Egipto, la más utilizada en la época faraónica y la estrella de nuestro negocio", asegura. Después, en la otra mano hace lo propio con una de estilo Chanel, de cinco flores cuyos nombres se niega a desvelar. "Es el gran secreto".

Pero el verdadero elixir de amor lleva por nombre Secreto del Desierto, una fragancia que una vez en la piel cambia de aroma cada cinco minutos. "Es para mujer y su aroma produce en los hombres un efecto similar a la viagra", susurra el perfumero. Según explica, el mágico efecto se produce a partir de las 12 de noche. "La mujer debe colocarse una gota detrás de cada oreja. Dos más aquí --señala el pecho-- y la quinta, es de elección libre", dice y suelta una atronadora carcajada.

Ahmed, que asiente entre risas, explica que las esencias proceden de los campos de flores del Fayún, al sur del Cairo, y del Delta del Nilo, al norte. "Para conseguir 50 gramos es necesario exprimir más de 5.000 pétalos", explica. "Puede mezclar las esencias con alcohol. La proporción es de uno a nueve si desea un perfume y de uno a 14, una colonia". Tiendas como la de Fathy y Ahmed hay a decenas en El Cairo, pero se nota que ambos conocen como pocos las fragancias del país del Nilo.Al final con tanta esencia de flor en el cuerpo uno no sabe que aroma desprende. Ya con la bolsita de perfumes en la mano y a punto de salir a la calle, Fathy añade: "Ya me explicará su experiencia con el Secreto del Desierto. Estoy seguro que volverá para llevarse una frasco más grande". Quien no conozca el sentido del humor de los egipcios, no sabe lo que se pierde.

Bueno, he de reconocer que este año no caí en ese embrujo... pero el año pasado sí. Íbamos buscando una tienda concreta de artículos de danza del vientre y preguntamos a un vendedor, el cual amablemente nos indicó cómo llegar y nos dijo que si estaba cerrado (era domingo) volviéramos a su tienda para tomar un te...

Volvimos, porque efectivamente la tienda estaba cerrada (este año sí la hemos visitado un montón de veces) y el buen hombre nos condujo al interior de la tienda donde pudimos oler unas cuantas esencias y donde antes de caer desmayadas salimos cada una con uno o dos botecitos de ellas... los míos están casi sin estrenar, de tan fuertes que son... recuerdo que era Nefertiti...