
Hoy estoy de huelga.
Y que todo eso pase en un sólo día.. como para no sentirse afortunada!.
Catalunya, comtat gran,
qui t'ha vist tan rica i plena!
Ara el rei Nostre Senyor
declarada ens té la guerra.
Segueu arran!
Segueu arran,
que la palla va cara!
Segueu arran!
El comte duc d'Olivars
Temps a que li burxa l'orella:
-Ara es hora, nostre rei,
ara es hora que fem guerra,
Contra tots els catalans,
ja ho veieu quina n'han feta:
passaren viles i llocs
fins al lloc de Riu d'Arenes;
Ja n'han cremada una església
que Santa Coloma es deia;
cremant albes i casulles,
cremant calzes i patenes,
Del pa que no era blanc
deien que era massa negre:
i en donaven als cavalls
tot per dessolar la terra.
Del vi que no era bo,
deien quera massa agre
i en regaven els carrers
tot per dessolar la terra.
Al davant dels seus parents
deshonraven les donzelles.
I mataven els seus pares
Si de mal donaven queixa
Ja en daren part al Virrei,
del mal que aquells soldats feien:
-Llicència els he donat jo,
molta més se'n poden prendre.-
En sentir-ne tot això
s'ha s'avalotat la terra.
En sentir-ne tot això
s'ha s'avalotat la terra.
Ja entraren a Barcelona
cent persones forasteres;
amb el nom de segadors,
perquè n’era temps de sega.
De tres guàrdies que n'hi ha,
ja n'han morta la primera;
anaren a la presó
a dar llibertat als presos
tragueren els diputats
i els jutges de l'Audiència.
i mataren al Virrei,
al fugir-ne a la galera;
El bisbe els va beneir
Amb la ma dreta i l'esquerra:
-On es vostre capità?
-Quina és vostra bandera?
Ja van treure el bon Jesús
Tot cobert amb un vel negre.
Ja van treure el bon Jesús
Tot cobert amb un vel negre.
-Aquí és nostre capità,
aquesta es nostre bandera.-
-A les armes catalans,
Que el rei ens declara guerra!
Segueu arran!
Segueu arran,
que la palla va cara!
Segueu arran!
No es muy alta; de tez oscura sin ser negra, como muy quemada por el sol pero ese sol que denota que no ha sido por placer, sino por trabajo. Su edad es indefinida, al menos para mi, las arrugas, el trabajo y el tiempo, que a veces es cruel, han pasado por ella dejándola marcada.
Sus ropas no están precisamente limpias, o al menos no lo parecen, pero no es esa suciedad de quien es un dejado, sino la que produce esta ciudad en la que vive, llena de arena hasta en los huecos más insospechados.
A Rachida la conocí hace tres años, cuando todavía no tenía nombre y era una simple vendedora de jazmín en Khan El-Khalili. Para quienes no hayáis estado allí os diré que aguantar a los vendedores "ambulantes" del Khan es aún más difícil que soportar las continuas llamadas desde las tiendas: monederos, pañuelos de papel, muñecas, helicópteros de juguetes, encendedores, pulseras, alfombras, abanicos.. un torturante ir y venir al que se le suman las tatuadoras con henna y los vendedores de jazmín.
Rachida era una de esas a las que siempre decía "la, shukran"*. Tantas veces se lo repetí y tantas veces me vió que en mi último día de visita al mercado acabó regalándome un collar de jazmín... que yo enrosqué en mi muñeca durante toda la noche.
Este verano, después de tres años, mi sorpresa fue mayúscula al ver como Rachida me reconocía, porque no sólo se le notó en los ojos, que sonreían, sino en sus gestos. La diferencia es que esta vez me rendí desde el principio y le compré su jazmín, lo que provocó una extraña relación entre las dos: allá donde me veía me saludaba y, finalmente, la tercera noche intercambiamos nombres en mitad de un callejón, donde ella estaba sentada tomándose con cara de cansancio un té.
Rachida cambiaba la cara cuando nos veía por el mercado, sentadas en el café; no diré que se le dulcificaba, porque sería ser demasiado generosa, pero la verdad es que se relajaba y parecía otra. Si no le comprábamos jazmín nos lo regalaba y si le comprábamos, nos daba siempre de más. Intercambiábamos unas cuantas frases en árabe (yo no daba para más) y hacía bromas con los camareros o los otros vendedores con respecto a nosotras.. ahora éramos parte suya, quizás no de su propiedad, pero esa sería la idea...
La noche antes de empezar el Ramadán nos presentó a su hijo, una copia joven y masculina de ella; lo hizo con voz de orgullo, presumiendo de él. Al despedirnos antes de volver al hotel, le deseé un feliz Ramadán y me fue a dar un beso.. me adelanté y se lo di yo a ella, no sabría cómo explicároslo: se me olvidó cuales eran las muestras de respeto que habíamos aprendido en Marruecos y lo único que se me ocurrió fue eso... Se merece todo el respeto del mundo, aunque supongo que a muchos les sorprendería nuestro gesto.
No hay nada como ser extranjero y dejarse llevar...
(* no, gracias)