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30.7.09

Que no, que no, que no, que no...

Una de las cosas malas que tengo es que me influye poderosamente el tono en el que me hablan. Para todo. Basta que me digan algo en un tono más alto de lo "normal" o que me lo digan en plan exigencia para que haga exáctamente lo contrario.

Es otra manera de protegerme, lo sé.. porque yo de buenas soy muy buena, pero como intenten obligarme a algo.. así como una sugerencia o una crítica razonada y sin prisas me sirve para mejorar o replantearme las cosas, una exigencia en plan borde me echa para atrás y más cuando notas que se ha ido fraguando con el tiempo y que intentan imponerla de la noche a la mañana... grrrrrr no lo soporto!!! De hecho, si en alguna discusión llego al momento en que no hay manera de acercar los puntos de vista la dejo, porque ni yo voy a cambiar mi manera de ser ni la otra persona lo va a hacer, así que para qué discutir lo indiscutible? Son ganas de perder el tiempo, por lo que es mejor que cada uno siga en lo suyo sin sentir que le intentan cambiar o hacer perder algo que considera parte de él o ella.

Sí, sí... conocerme es quererme! jajaj y que conste que no me sirve la psicología inversa, no señor!!! Aunque eso sería mucho mejor que intentar cambiarme a gritos, malos modos o exigencias inamovibles!




(el video no tiene nada que ver con la entrada... pero al ponerle el título me acordé de la canción y al encontrarlo no he podido resistirme, son las cosas que tiene crecer escuchando como tu madre canta todas estas canciones la mar de bien)

27.7.09

Balances


Empiezo a cerrar el año laboral, al menos formalmente: las clases las acabo el jueves, porque en agosto no hay local abierto (a pesar de tener alumnas que querrían dar clases en este mes a veces tan vacío) y tendremos la última actuación de la temporada el sábado, en Forcall (Castellón).

El balance de este año tiene sus luces y sombras: menos alumnas, debido a la crisis o a la gran oferta (o a las dos cosas) y más actuaciones, que nos han llevado a sitios nuevos y algún que otro conocido.

Por lo que respecta a las clases o al trabajo puro y duro, no me puedo quejar: soy de las que piensa que de todo se sacan cosas buenas y tengo la suerte de poder entrar a mis clases sin agobiarme porque haya mal ambiente entre las chicas. A lo largo del curso se han ido encontrando en las distintas fiestas o actividades que les hemos organizado y son una pequeña familia bien avenida, que si se tiene que dejar ropa se la deja, si hay que ayudar a vestirse se ayuda... pequeños gestos que dicen mucho de ellas y que la escritura no alcanza a explicar bien.

En cuanto a mi grupo de danza, este año hemos crecido en muchos sentidos aunque eso haya implicado soltar lastre. Hemos actuado en las cuatro provincias catalanas y empezamos a salir fuera de "casa": Castellón es nuestra próxima visita pero para octubre haremos las maletas para actuar y dar clases en Sevilla, ahí es nada! He hecho de traductora en un taller de un grupo americano importantísimo de danza tribal y he compartido escenario con ellas.. pero quizás lo que más me llena de orgullo es ver como el grupo que formé para mis alumnas sigue su curso gracias a las ganas que le ponen. Este hermanamiento entre bailarinas, que se extiende a unas cuantas compañeras y ex-compañeras de clases, es una de las cosas más bonitas e inesperadas que me ha dado mi actual profesión.

Por lo demás... no me voy a hacer rica con esto y tal y como están las cosas ya tendría que estar buscando trabajo si quiero llegar a algo, pero el nuevo curso me trae dar clases en Barcelona además de en Gavà y Viladecans y es otro aliciente para alargarlo un año... uno y no más si las cosas siguen así, porque una cosa es no hacerte rica y la otra es no tener para vivir.

22.7.09

Vecinos

Odio compartir ascensor con mis vecinos, es algo que me supera. Que conste que no es por ellos, sino por mi: no nos conocemos y estar atrapada en un metro cuadrado con alguien a quien no conoces es un tanto incómodo, sólo superable si lo compartes con el guapo vecino del cuarto... claro que el guapo vecino del cuarto es mi hermano, así que no cuenta, porque con él puedo hablar de todo.

Esta semana no paro de compartir el ascensor y como ya he dicho, vivo en un cuarto piso, así que toca entablar conversación de un par de minutos de duración. Afortunadamente el tiempo nos lo ha puesto fácil: hace calor, eh? Salen todos los tópicos, todos; hay que ver qué calor hace, no se puede ni respirar, claro que si hicera frío también nos estaríamos quejando.. a los que se le ha de añadir uno extra si coincide que además lo compartes con el vecino de tu misma planta o de las superiores: y es que lo peor es la humedad, que hace que no podamos ni caminar...

Cómo da de si un puñetero trayecto... un par de minutos se convierten en una tortura, que es doble si coincide con alguien que no te cae bien. Mi vecino de al lado, sin ir más lejos, tiene todo su balcón lleno de banderolas budistas, pero no es capaz de decir ni hola ni ahí te pudras, vamos, que si ve que te desmayas como mucho pasaría por encima tuyo sin pisarte y eso si es capaz de levantar los pies. La de abajo es todo lo contrario: coincidir con ella es un suplicio, porque un breve trayecto da para decirte si vas muy fresca o no, o si has engordado desde la última vez que te vio (aunque fuera el día antes). Una vez tuve que decirle directamente que NO iba muy fresca y que si yo no tenía frío no tenía sentido ponerme más ropa...

En cualquier caso, hoy he llegado a la conclusión que tendría que estar prohibido salir a la calle como mínimo desde las diez de la mañana a las ocho de la tarde, porque sabéis una cosa?? Hace un calor del copón y la humedad es tan alta que da la sensación que estás atravesando una cortina pegajosa.. aichhh, todo sea por ir a ver a Álex! Mañana cumple tres meses y hoy ha estado babeandome un buen rato.. además de decir ajo ya va soltando gruñiditos y empieza a querer agarrar las cosas. La foto es de esta tarde, mientras me escalaba.

15.7.09

Rendida

Así estoy todavía: rendida, muerta de cansancio y para más inri, quemada literalmente (aunque sólo por detrás... soy algo así como un helado de nata y fresa, nata por delante fresa por detrás). Pero todo esto tiene su parte positiva, la mayoría ya lo sabéis... llevo algo así como tres semanas de no parar entre actuaciones, clases, organización del fin de curso de mis alumnas y,de vez en cuando, un respiro.

No voy a negar que todo esto me pone, que me gusta bailar y el trajín que conlleva, que me encanta organziar cosas para que mis alumnas bailen y se lo pasen bien. Lo que sucede es que no soy capaz de organizarme para poder hacer más de una cosa a la vez y si mi cabeza está llena de danza no puede albergar nada más.
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Hace dos semanas (y ya me parecen meses) tuvimos actuación doble: una privada en una casa en la que nos habríamos quedado todo el fin de semana y otra con parte de mis alumnas. Como de todo se aprende, cada vez estoy más versada en estas cosas y ya no lo paso tan mal como antes: las convoco con tiempo, les hago repasar posiciones... y pasamos a disfrutar de lo que nos rodea. Creo que hay bastante diferencia entre la Sònia de ahora y la de hace dos años, cosa que agradezco, porque los nervios me comen y no era nada sano, porque además de profesora también era bailarina y todo era demasiada presión. Ahora mis chicas ya salen solas al escenario y aunque siento una ñoña considerable, es superado por el orgullo de verlas ahí y saber que he participado en ello... que sus nervios y sus risas están relacionado con lo que tanto quiero.

Este sábado pasado pudimos organizarles, in extremis, su fin de curso. Creo que sólo nuestra cabezonería ha podido contra todo lo que nos rodeaba... pero lo conseguimos. Quizás no era el mejor lugar posible, pero sinceramente yo estoy muy orgullosa de cómo salió todo. Ellas fueron las protagonistas y estaban rodeadas de las personas que las quierían; pudieron bailar solas y con sus compañeras; se dejaron ropa para lucir todas lo más orientales (o tribales) posibles... Lógré cabrearme sólo una vez, porque soy muy estricta en los preparativos: mientras hablo se me ha de escuchar, después hay tiempo para lo que sea, pero si estoy especificando algo quiero que se me respete. Pero todo ello nos llevó a la fluidez que después vivimos: fue un visto y no visto, una horita en la que todas nos echamos una mano y nos sonreíamos para darnos ánimos.

Eso es impagable.
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Como el ver sus sonrisas por el subidón de salir al escenario, sus idas y venidas al "vestuario", su cara de satisfacción al finalizar.
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Como el que tus compañeras de grupo te echen una mano o dos para que todo salga lo mejor posible: limpiando como posesas en su día libre, cargando sillas arriba y abajo, cortando flores del jardín para convertir la sala en algo especial, bailando a pesar de estar convalecientes...
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Lo dicho: rendida... pero contenta y feliz.